Qué necesidades pueden distinguirse en una relación
Hay tres tipos de necesidades en una relación entre dos personas:
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Las tuyas propias.
Las de tu pareja.
Las de tu relación.
Tener todas las necesidades cubiertas parece un componente agradable e incluso necesario de una relación sana. Pero entonces, ¿por qué nos resulta tan difícil expresar nuestras necesidades?
Quizá la razón esté en nuestra relación con los adultos cuando éramos niños, en la forma en que trataban nuestras necesidades. Si nuestros deseos eran constantemente ignorados, puede que llegáramos a una sencilla conclusión: es mejor callar lo que uno quiere que verlo ignorado.
Además, no debemos olvidar que vivimos en un mundo capitalista que valora la alta productividad. Y eso implica renunciar a muchas cosas, como el ocio y el tiempo libre.
Sincronizar los tres tipos de necesidades es una tarea difícil. Imagina que te has peleado con un amigo el día en que tu persona favorita ha conseguido un ascenso. Usted quiere desahogarse y su pareja tiene ganas de celebrar sus éxitos. Es imposible hacer las dos cosas a la vez. Entonces, ¿qué necesidades hay que satisfacer primero?
Cómo trabajar con las necesidades para mejorar las relaciones
1. Exponer las necesidades
A muchas parejas les preocupa que hablar con sinceridad de las necesidades del otro pueda dañar la relación. En realidad, ocurre lo contrario: ocultar lo que uno quiere conduce al distanciamiento y la incomprensión. El silencio no puede hacer avanzar una relación, sobre todo si esperas que la persona a la que amas adivine lo que quieres.
A veces las personas caen en la trampa de creer que sus necesidades son más importantes que las de los demás. Esto puede deberse al género, la nacionalidad, la posición en la sociedad y otras partes de la identidad social que pueden proporcionar algún tipo de privilegio. En este caso, la persona probablemente está acostumbrada a conseguir todo lo que quiere y no se da cuenta de cómo esto afecta a los demás.
Si siempre intenta conseguir lo que quiere, anime a su pareja a expresarse más a menudo. Si, por el contrario, sueles transigir en las relaciones, es el momento de defenderte.
2. Ordena tus sentimientos
En My Stroke Was Science to Me, la neuroanatomista Jill Bolty Taylor nos recuerda que somos criaturas que sienten y pueden pensar, no criaturas que piensan y pueden sentir. Nuestras emociones conscientes e inconscientes afectan no sólo a la calidad de las relaciones, sino también a nuestro estado interior.
Son nuestros sentimientos los que nos llevan a lo que realmente necesitamos. Por ejemplo, si sientes hambre, sabes que necesitas comer, y cuando sufres soledad, te das cuenta de que necesitas una conexión más estrecha con los demás.
Para aprender a reconocer tus necesidades a través de los sentidos, hazte dos preguntas cada día:
¿Qué siento?
¿Cómo me está mostrando exactamente mi cuerpo esas sensaciones?
Si te cuesta reconocer tus experiencias, utiliza la rueda de Plutchik, que recoge las emociones básicas. Analiza tus respuestas: observa qué sentimientos surgen con más frecuencia y cómo te relacionas con tus necesidades.
Te llevará tiempo aprender a aceptar tus propias necesidades (se trata de aceptar, no de amar). Aunque no puedas hablarlo con tu pareja, reconocerlas ya es un gran paso adelante.
3. Elige lo más importante
Cuando se nos presentan demasiadas exigencias, nuestro sistema nervioso se sobrecarga y perdemos la motivación para cumplirlas. Una lista demasiado larga de expectativas puede romper cualquier unión.
Por ejemplo, quieres que la persona que amas esté siempre a tu lado, te escuche, te haga reír, satisfaga tus deseos sexuales, se dé cuenta cuando algo va mal y levante la tapa del váter. Pero esto es prácticamente imposible.
Por eso hay que analizar detenidamente tus necesidades. Quizá algunas de ellas puedan satisfacerse con la ayuda de amigos o incluso por ti mismo. Por ejemplo, le gusta entrenar y quiere tener un compañero de deporte. Por supuesto, es bueno que sea tu persona favorita, pero puedes encontrar a alguien que te apetezca entre tus conocidos.
Las necesidades también deben dividirse en tres categorías principales: “Ahora”, “Más adelante” y “En el futuro”. Piensa qué necesidades quieres satisfacer en este momento, cuáles quieres satisfacer después y cuáles puedes dejar para el futuro.
Ten en cuenta, no obstante, que las circunstancias cambian, y nuestras necesidades pueden transformarse con ellas.